Lo primero que crecen las plantas, son sus raíces.

Cuando siembras una planta en la tierra, lo primero que vas a notar es lo poco que crece al principio. Por más que la riegues y la atiendas parecería que no está creciendo, o lo hace muy lento.

 

Lógicamente es fácil perder la paciencia y esperar que todo fuera más rápido. Pero lo que nuestros ojos no ven es que la planta *sí * está creciendo, sólo que del lado que no vemos:

En sus raíces, bajo tierra. Invisible al exterior.

Para que una planta o árbol crezcan sanos, necesitan invertir tiempo y energía en sus raíces. No es hasta que esa estructura está sólida y firme, que la planta comienza a crecer rápido y con fuerza.

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El ejemplo contrario son las plantas fertilizadas con químicos: aditivos artificiales externos que obligan a la planta a crecer rápidamente sus partes visibles, sin haber creado antes una estructura fuerte bajo tierra.

De hecho, visto desde afuera una planta tratada así crecerá muy rápido, pero en el momento en el que el fertilizante no se suministra o deja de funcionar, la planta muere o al menos reducirá su tamaño a lo que sus pequeñas raíces pueden verdaderamente mantener.

 Ayer pude ver esta analogía reflejada claramente en la vida de cualquiera de nosotrxs.

Vivimos en una sociedad que nos aplaude todo lo que logramos en el exterior, pero se nos celebra muy poco el tiempo que tenemos que invertir para que nuestras raíces crezcan fuertes y profundas.

Me puse a pensar cuántos proyectos, ideas, planes, trabajos, compromisos, eventos, etc., pueden realmente mantener mis raíces.

Cuánto de todo eso nace genuinamente de mí, de mi interior profundo y cuánto es resultado de aditivos externos: expectativas, comparaciones con otrxs, miedo al fracaso, a la carencia, al aburrimiento. Miedo a perderme de algo.

Y empecé a sentir… ¿Cuántas ramas, hojas, flores y frutos puedo realmente sostener con las raíces que tengo?

 

¿Cuánta energía le estoy dedicando a mis raíces y cuánta a lo que se ve desde afuera?

 

No tuve que pensar demasiado: algo en mi cuerpo me dijo claramente que el equilibrio no siempre está ahí.

Hace poco una persona querida me dijo esto:

“Si le dices ´´ a todo, le estás diciendo ´no´ a tu tranquilidad.”

Y es total verdad.

Si lo que hacemos no está balanceado con el no-hacer, desaparece la tranquilidad. Si nuestra actividad externa requiere más energía que la que humanamente podemos acceder, el estrés y la ansiedad estarán ahí día y noche para recordárnoslo.

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 Nos hemos hecho tan adictos a los ´fertilizantes externos´ que se nos ha olvidado cómo se siente vivir desde la fuerza inamovible de nuestras propias raíces.

 

Porque el secreto es que unas raíces bien establecidas no están solas. Reciben constantemente energía, alimento y estabilidad de todo lo que las rodea, de otras raíces a su alrededor y en particular, de la Tierra misma.

Si diéramos prioridad a ese equilibrio al equilibrio entre nuestras raíces y nuestra productividad:

-       el famoso ´burn out´ no existiría.

-       Dejaríamos de idealizar el tener que *hacer * hacer * hacer* por hacer

-       Nuestras vidas serían más sencillas, pero mucho más plenas

-       le daríamos un respiro al planeta porque seguro todxs haríamos menos de lo que estamos haciendo (¡y eso urge!)

 

Si eres como yo, probablemente tienes más ramas y hojas creciendo (proyectos, obligaciones, etc.), de lo que tus raíces pueden sanamente mantener vivas. Y la solución, al menos temporal, es más o menos sencilla:

 

Haz un dibujo de un árbol donde las raíces sean las cosas que te nutren y te mantienen sana física y mentalmente (yoga, meditación, tiempo en la naturaleza, con la familia, leer, etc) y las ramas y hojas sean todos los proyectos que tienes activos

 

Te aseguro que con sólo verlo te va a quedar más claro cómo está el balance 🌳

 

Una vez que lo veas, puedes decidir cuales ramas y hojas realmente te emocionan o al menos te mantienen económicamente, y cuales, definitivamente es hora de podarlas.

 

Así que te invito muchísimo a que saques y afiles las tijeras y le des una buena podada a todo lo que no sea indispensable o nutridor en tu vida. Te aseguro que con eso vas a poder dedicarle más tiempo a ti, a tus raíces, y la experiencia de paz y sosiego va a crecer muy rápido en tu vida. Y ni hablar de cuánto eso te prepara para cuando llegan tormentas a sacudirte.

Si vives en Baja California y te gustaría explorar el tema de forma presencial en la naturaleza un Baño de Bosque, aquí encuentras toda la info.

Si te nace contarme por aquí cómo sientes que están tus raíces vs todo lo de afuera, yo soy feliz de leerte y aprender de ti también.

Un abrazo bien enraizado a todas y todos por aquí,

Paula