En cada bosque hay árboles guardianes, árboles abuelos que cuidan, protegen y enseñan a los demás..
Eso es algo que, finalmente, la ciencia está pudiendo comprobar: los árboles están interconectados a través de sus raíces y los más viejos comparten nutrientes e información con los más jóvenes (el libro ‘La vida secreta de los árboles’ lo explica en detalle).
Es bonito saber que hay una explicación lógica. Pero la realidad es que, si caminas por el bosque en un estado atento y receptivo los puedes sentir: esos árboles que resaltan, no sólo por su tamaño si no por la fuerza y la sabiduría que emanan. Por la majestuosidad de su solidez y su presencia. Se siente, en pocas palabras, como el encuentro con un gran ser sabio que también te está encontrando a ti.
Este momento de la foto fue muy bello. Dos personas de generaciones muy diferentes, pero igualmente conmovidas por el encuentro, que no pudieron más que detenerse en y contemplar en asombro.
Pasado ese primer momento, obviamente no aguantamos las ganas de ir a conocer y abrazar al Guardián, de dejarle una pequeña ofrenda. Y la sensación de regreso fue muy clara para las 3: él también nos abrazaba. Como un abuelo, él también nos recibía y nos cobijaba.
En nuestra cultura a la mayoría de nosotros no se nos enseñó que podemos generar relaciones con los seres de la naturaleza. Pero una vez que cuestionas de donde viene esa enseñanza y te abres a la posibilidad de que sí se puede, es como atravesar una puerta a un mundo donde todo a tu alrededor está vivo, todo a tu alrededor tiene significado.Y así, cualquier noción de soledad o de estar perdido deja de tener sentido..
La próxima vez que te llame un árbol, date el tiempo de conocerlo desde la perspectiva de que tal vez, sólo tal vez, él también te está conociendo a ti…