Es fácil creer que ellos están lejos, fuera de nuestro alcance..
Esos seres que no los toca el tiempo, ni la prisa humana, ni nuestra sed de transformarlo todo. Aunque no los veamos, sin que nos demos cuenta se esconden entre nosotros, esperando el momento correcto para hacer su aparición.. y entonces transformarnos ellos a nosotros.
Pueden ser enormes e imponentes como este encino, pero también pequeños y muy sutiles - como una telaraña que se deja ver sólo por las gotas de rocío que cayeron sobre ella en la mañana, o el líquen de colores que crece sobre una roca.. o el canto de un pájaro que nunca habías escuchado, mientras caminas por una calle transitada.
Sin importar su tamaño, todos ellos son mensajeros. Todos ellos son recordatorios. En estos momentos de tantos cambios, desafíos y re-ajustes, la Naturaleza nos está hablando con más fuerza. Parece querernos decir que aquí está para nosotros: aquí para guiarnos y enseñarnos el camino de vuelta a ese lugar que todos sentimos que perdimos quién sabe cuándo, pero que en realidad está más cerca de lo que imaginamos.
Así que la próxima vez que algo en la Naturaleza atrape tu atención un poco más de lo normal, detente y observa, escucha. Siente. Date el regalo de dejar de hacer lo que estabas haciendo unos instantes y permítete recibir todo lo que ese encuentro tiene guardado para ti.