¿Te has dado cuenta que en nuestra sociedad parecemos tener una guerra contra el silencio? ¿Que cuando estamos en grupos, en cuanto aparece el tan temido ‘silencio incómodo’ parece haber una carrera por ver quien lo termina?
Y no sólo es en grupos, eso también lo extrapolamos a cuando estamos solxs.. Si de repente percibimos un silencio, rápidamente buscamos cómo llenarlo: con distracciones, con pensamientos, planes, preocupaciones. Simplemente no nos damos oportunidad de explorar qué hay dentro de él.
Y, sabes? El silencio es super potente. Una vez que te relajas más allá de la incomodidad que activa, el silencio repara mucho del exceso de carga, saturación y estrés que todos sentimos.
En el silencio surgen respuestas. Del silencio nos llega claridad. Sí, el silencio nos asusta porque también podemos ver (más claramente) nuestras sombras internas, las partes de nosotrxs que preferiríamos que no existieran y evadimos constantemente de una u otra forma.
Pero el silencio mismo es capaz de suavizar esas sombras, de darles cabida en tu interior de manera que, quizás por primera vez, puedas verlas con más claridad y ya sin tanto rechazo. Porque también son parte de ti, al igual que ese silencio tan temido.
Si quieres explorar una forma de conocer el silencio, prueba esta noche asomándote por tu ventana y entregándote a escuchar todos los sonidos que lleguen a ti. Los grillos. Los ladridos de los perros. Los ruidos de la ciudad… percíbelos, recíbelos y acéptalos todos.. y observa qué sucede dentro de ti.
Como dice Xavier Melloni “El silencio no es ausencia de ruido, es ausencia de ego”